Perón, fútbol y barrabravas
Esta última semana, dos hechos que acapararon la atención de prácticamente todos los medios periodísticos nacionales, aunque quizás no tanto de la opinión pública, rozaron al tres veces presidente Teniente General Juan Domingo Perón. En uno directamente a su figura, a su cuerpo, y al instaurado “Día de la Lealtad Peronista”. El segundo sólo a su nombre.
El primero se desarrolló el pasado 17 de octubre, que en el almanaque de todo peronista practicante, indica el día en el cual, hace ya 61 años, el entonces Coronel Perón es dejado en libertad, movilización popular mediante, luego de pasar algunos días detenido en la Isla Martín García por obra de su compañero de armas, General Edelmiro Farrell, otrora Presidente de la República luego de la asonada militar del GOU (Grupo de Oficiales Unidos) contra el Presidente Castillo.
Este último 17 debía ser distinto a todos los que se conmemoraron luego de la muerte del General, ya que se trasladaban sus restos mortales a su última morada, la quinta de San Vicente, lugar donde, en vida, Perón había hecho pública su voluntad de que sea allí dónde su cuerpo reposara. Distinto porque, de acuerdo a los organizadores, el acto que se llevaría a cabo en la quinta, debía estar signado por el respeto y emoción. No pudo ser.
Fiel a su estilo, los “muchachos” de la CGT intentaron saldar sus cuentas a los tiros. Una vez más, como en 1996, se enfrentaron el sindicato de la construcción (UOCRA) con el de camioneros. Es que hay varios jefes de los sindicatos que creen que el tiempo de Moyano al frente de Confederación ya pasó, y qué mejor que un acto peronista para demostrar a los “compañeros” que el “jefe” no pudo organizar como se debía. Muchos creyeron ver allí la sombra de la “masacre de Ezeiza”. Sin embargo, la semejanza lo emparenta más con la eliminación de Augusto Timoteo Vandor, el “Lobo”. Pareció más un reacomodamiento de fuerzas dentro de la Central Obrera, que de una lucha entre dos ideologías contrapuestas.
El segundo acontecimiento de la semana no tuvo que ver con la política, por lo menos no directamente, sino con el deporte. Y es que finalmente el partido que tenían que disputar los equipos de Racing Club y Boca Juniors no pudo ser. El partido que debía jugarse en el Estadio Juan Domingo Perón de Avellaneda no se llevó a cabo por decisión del Ministro de Seguridad bonaerense León Arslanian. Esto como consecuencia de que el juez Raúl Calvente hizo lugar al recurso de amparo presentado por Rafael Di Zeo (jefe de “La 12”, barrabrava de Boca) y otros trece integrantes de la misma para que pudieran ingresar al “Cilindro” de Avellaneda.
Pongamos las cosas en orden para entender el asunto. Primero digamos que la quinta de San Vicente se halla en jurisdicción de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, fuerza que, desbordada o no, no impidió los hechos registrados allí. Segundo, el partido debía jugarse en esa misma jurisdicción, la Provincia, por lo que a simple vista puede interpretarse que la estrategia de Arslanian fue la de “curarse en salud”, y no arriesgarse a un desborde de las hinchadas que oscurezca aún más el panorama; además de evitar que se ejecute el amparo sobre el cual el Ministro no estaba de acuerdo.
Vayamos un poco más allá. Podemos decir, además, que los dos hechos también tienen otras coincidencias: la ciudad de Avellaneda y el fútbol. Resulta que Emilio Quiroz, quien saltó a la fama por ser quien efectuó los disparos el 17 de octubre pertenece a una de las barras del Club Atlético Independiente, entidad de la cual Pablo Moyano, hijo de Hugo, aspira ser el próximo presidente. Un dato para entender: Luis Barrionuevo, líder gastronómico y diputado por Catamarca, a la sazón uno de los impulsores del reemplazo de Moyano en la CGT, es padrino político de Julio Comparada, actual timonel de los destinos del “rojo” de Avellaneda, por lo que el enfrentamiento entre Luis y Hugo se balancea entre el sindicalismo e Independiente. Y la idea es impedir su poder en ambos lugares.
Párrafo aparte merece la resolución del juez Calvente. Como dijimos, el magistrado interpretó que debía hacer lugar al amparo presentado por los miembros de la barra de Boca por discriminación, ante la firme posición del club de Avellaneda de aplicar el “derecho de admisión”. El juez interpretó a pie juntillas la letra de la Constitución Nacional que indica que si el acusado no tiene sentencia firme en la causa que se le sigue (Di Zeo) se lo considera inocente. Eso sí, deben ver el partido rodeados de una “guardia personal” compuesta por policías. El juez sabe que son violentos, que pueden generar desmanes, pero pueden asistir a la cancha.
Volviendo al tema principal, como vemos la historia de nuestro país en los últimos 60 años fue signada por: Perón, el peronismo, con y sin su líder, la CGT, la burocracia sindical, el fútbol y los tiros como arma para la resolución y definición de cuestiones políticas. Y por lo que parece seguirá siendo así por largo tiempo.
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