jueves, agosto 24, 2006

Uranio

Para quienes nacimos a fines de la década del ´60 del siglo pasado, haber transcurrido nuestra adolescencia en la del ´80, e ingresado en la mayoría de edad en los ´90, no es nada nuevo hablar sobre los beneficios que la técnica y la tecnología le imponen a nuestra vida. Luz por las noches, calor durante el invierno, ambientes frescos en el verano, televisión, computadoras, Internet; todas ellas comodidades de las cuales gozamos, o deberíamos (aunque no es ese el tema de esta columna), gracias a los avances científicos alcanzados por el hombre a partir de la segunda mitad del siglo veinte.

Claro que todo beneficio trae consigo sus perjuicios, y en estos temas la principal “perjudicada” es la naturaleza.

Había hablado ya sobre el CFC (Clorofluorocarbono), gas utilizado para la fabricación de aerosoles, así como también de la utilización de combustibles derivados del petróleo, y de cómo éstos están involucrados en esas actividades “necesarias” para mantener el nivel de vida de los habitantes de las economías más desarrolladas, que tanto afectan al medio ambiente.

En cuanto a la generación de energía es de tener en cuenta que los principales recursos para obtenerla se están acabando. Petróleo, gas, son recursos no renovables, y en pocos años más empezaremos a sufrir su agotamiento. En cuanto a las represas hidroeléctricas, es limitado su potencial ante una demanda energética en aumento. Es por ello que la energía atómica se presenta actualmente como una alternativa.

El gobierno nacional ha lanzado en estos últimos días el “Plan Argentino Nuclear” con una inversión de tres mil quinientos millones de dólares, apuntando principalmente a la generación de energía nucleoeléctrica.

Coincidente con este anuncio, se conoció la noticia que la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), por requerimiento de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), se dispone a reubicar las colas de mineral de uranio almacenadas en la planta que Dioxitek S.A. posee en la Ciudad de Córdoba, ubicada en el barrio de Alta Córdoba, para la fabricación de dióxido de uranio, materia prima para el funcionamiento de las centrales nucleares.

Es de destacar que este predio pertenece al denominado Complejo Fabril Córdoba, perteneciente a Fabricaciones Militares, actualmente explotado por Dioxitek. El mismo, fue destinado para tal fin allá por el año 1952, cuando la densidad poblacional en sus alrededores mucho menor que la actual. Hasta el momento se encuentran depositadas allí 57 mil toneladas de colas de mineral (material al cual se le ha extraído la mayor cantidad de uranio), de las cuales serían retiradas 36 mil.

Según el informe de la CNEA, dicha planta no sería trasladada, “por la pérdida de fuentes de trabajo que ello implicaría”, por lo que se hace imprescindible, para cumplir con la ARN, la remoción de las colas que, según el mismo informe, son fuentes potenciales de contaminación ambiental a largo plazo, ya que, debido a los procesos químicos a los que el material es sometido, aumenta la solubilidad del uranio y sus iones asociados, contenidos en el mismo.

Por supuesto que el lugar donde sería llevado dicho material ya está incluido en el mismo informe: el Complejo Minero Fabril Los Gigantes. Para ello, serían necesarios veintisiete viajes diarios en camiones de quince toneladas cada uno, durante un lapso de siete u ocho meses, pasando por el ejido de Villa Carlos Paz, San Roque, Bialet Massé, Villa Santa Cruz del Lago y Tanti.

En cuanto a la acumulación de estas colas en Los Gigantes, hay que tener en cuenta que éstas serían depositadas en el Dique de la Mina, previamente vaciado de los efluentes líquidos que éste contiene. Para dicha operación, éstos líquidos serían tratados químicamente para reducir su carga iónica. Luego de ello, sería descargado hacia la cuenca del Río Cajón.

Luego, nos quedan los interrogantes. De qué forma la CNEA garantiza la seguridad de las poblaciones por las que deberían pasar los camiones con el material hacia el depósito en Los Gigantes, si es la misma Comisión quien advierte que “las colas deben ser cubiertas durante su extracción para no contaminar el aire”. Quién asegura y quién acudiría ante un accidente por rutas que en la mayoría de sus tramos son de trazo sinuoso.

Por otro lado, cómo estar tranquilos los habitantes de las ciudades que se sirven del agua que, en parte, es alimentada por la cuenca del Río Cajón, si se pretenden verter hacia su curso 120 mil metros cúbicos de líquidos tratados químicamente.

Las reacciones no se hicieron esperar. Las autoridades de la comuna de Tanti ya advirtieron que “no permitirán el paso de los camiones transportadores del material”. Por otro lado, desde ADARSA (Asociación de Amigos del Río San Antonio) confirmaron que desde el Foro Social, conformado para la evaluación de las propuestas de la CNEA, ya enviaron cartas al Banco Mundial para que no financie el programa tal cual fue presentado.

Mientras tanto, las autoridades de la CNEA afirman que nada está dicho al respecto, que todo sigue en discusión y estudio dentro del Foro. Sin embargo, la preocupación se incrementa y el alerta amarillo por parte de ambientalistas y vecinos involucrados está decretado. Y no es para menos, la naturaleza y la salud, en definitiva, el destino de nuestras comunidades está en juego.

Para ver el informe de la CNEA click aqui


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