13 de Agosto
Es otro domingo, un domingo soleado. Un día “peronista” dirían los justicialistas. Un día que preanuncia cambios. Por fin se rompió la racha que desde hace ocho años no dejaba que se concretara la elección de constituyentes. Racha o especulación política del gobernante de turno. Vaya uno a saber.
Termino el último mate, leo el último párrafo del diario, y voy directamente a ese cajón donde debería estar mi documento nacional de identidad. Y allí está, esperando ansiosamente recibir un sello más, ese que indica con su tinta sobre el papel que se ha cumplido, una vez más, con el “deber cívico” de votar.
Ya son las nueve, y el aire fresco cumple la función de terminar de despertar a quien se anime a salir. Se ve ya, a esta hora, un movimiento inusual en la ciudad. Se observa en la calle las populares combis con esos carteles en sus parabrisas con los números de boleta del partido que lo contrató, que son utilizadas para “sacar” votantes de los barrios, llevarlos hasta la escuela donde votan, y devolverlos hasta su casa. El típico transporte escolar, pero sin escolares.
Llego a la escuela donde voto. Parece que somos muchos quienes optamos por sufragar temprano. Unos para disfrutar el resto del día, otros para trabajar tranquilos.
Ingreso al cuarto oscuro, allí están desplegadas los boletas. Está la del radicalismo, lista que quedó conformada luego de unas internas a todo o nada, una elección complicada, como cuando los radicales dirimen sus disputas.
También veo la del justicialismo, con pesos pesados en los primeros lugares. Peronistas que quieren ganar. Victoria que vendría a ser como una premonición para la pelea de fondo, la del 2007. Está también la de Encuentro por la Villa, en alianza con Participación y Cambio, quienes quieren comenzar a repuntar y acercarse un poco más que a aquel tercer puesto logrado en 2003.
El Frente Nuevo finalmente se pudo armar, y llegó a reunir los veinte convencionales titulares y los diez suplentes. Sin figuras fuertes en lo político, aglutinó un grupo heterogéneo, quizás muy heterogéneo, con gente joven en los primeros puestos sin experiencia política fuerte en su haber.
También están la de los partidos más chicos, con las aspiraciones de comenzar a instalarse en el electorado. Empezar a ser conocidos y escalar posiciones para las elecciones que se vienen el año próximo.
Pasa el tiempo. Ya es la hora del almuerzo. Después de las notas de rigor a los principales candidatos, hago una recorrida por las principales escuelas para saber si hay “novedades” de algún tipo. Todo tranquilo, y, como de costumbre, va a seguir así hasta casi las 17.
Pasamos las cinco de la tarde, el movimiento se vuelve frenético. Electores que se apiñan en las mesas para no quedarse sin emitir su voto. Los principales candidatos empiezan a ponerse más nerviosos, dan las indicaciones de rigor a los integrantes de su grupo político para que sigan llevando (¿arriando?) votantes hasta último momento. Nadie puede confiarse ante lo que parece una elección ajustada.
El nivel de asistencia es bueno, nada indica que la ciudadanía sea apática a la sanción de la Carta Orgánica. Ciudadanos que se vuelcan a votar por quienes, creen, representan sus puntos de vista políticos, su forma de ver la ciudad, sus aspiraciones a tener una Villa Carlos Paz más ordenada en lo institucional.
Seis de la tarde, se cierra el comicio. Empiezan las disputas entre fiscales, de uno y otro partido, y comienza la vigilia tanto de periodistas, integrantes de las listas, y simpatizantes partidarios.
Llegamos a las 21 horas, todo está dicho, no hay manera de que la tendencia se revierta, ya hay un ganador. Sorpresa o algo esperado. Ganaron las propuestas o la movilización llevada adelante durante toda la jornada? Finalmente la conferencia de prensa del ganador da comienzo. El ganador es...riiiiiiiiiiiing.
Qué pasó? El despertador y su mala jugada. Que hora es? Las 8 de la mañana del 13 de agosto. Salvo que es el verdadero. Ese 13 de agosto real signado por el decreto 302/DE/2006 del 19 de mayo pasado el cual dispone la suspensión de la convocatoria a convencionales. Aquellos Constituyentes que debían sancionar esa Carta Orgánica “para los tiempos” pero que como “no hubo un trabajo intenso de debate y definiciones” no quedaba otra opción más que suspenderla. Pero por sobre todo se decretó que “la sociedad de Carlos Paz no está mediatizada con lo que es la Carta Orgánica”.
Un decreto, el 302, indica que somos una sociedad que mucho no sabe, mucho no le interesa, mucho no se moviliza, pero que “muchos” el año que viene van a ir a visitar, van a acercarse a sus domicilios para llevar el voto. Claro, las elecciones del 2007 no se pueden suspender. O si?
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