Sonría, lo estamos filmando
La seguridad se ha transformado en nuestro país, desde hace ya un tiempo, en un tema si no excluyente, por lo menos importante. Así lo reflejan los diferentes medios de comunicación masiva, como la televisión, radio, diarios, y hasta internet.
Día a día estamos expuestos como televidentes, radioescuchas, lectores o internautas al bombardeo mediático de noticias policiales. Asaltos, robos, asesinatos, secuestros, violaciones, y todas las demás figuras que son enumeradas en el Código Penal, son mostradas sin solución de continuidad.
Desde hace un tiempo, también, la población va tomando sus recaudos para minimizar las posibilidades de ser víctimas de un delito. Y claro, si el particular, el ciudadano común toma precauciones y adquiere perros de guardia, instala alarmas, coloca rejas, y hasta algunos se hacen de armas de fuego; si en los comercios sus propietarios colocan cámaras de seguridad, por qué desde el sector público no se debería hacer lo mismo?. Y sin lugar dudas, lo hace.
Servicio de adicionales en los bancos, custodia privada en el municipio, posta policial en la Terminal de Ómnibus, y cámaras de vigilancia en el Concejo Deliberante.
Hasta aquí nada que nos pueda sorprender o llamar la atención.
Cuando se publica la información sobre algún robo del cual habría sido víctima el Presidente del Concejo Deliberante, léase faltante de un teléfono inalámbrico de su propia oficina; o que habría sido descubierta una pareja en el baño de ese establecimiento haciendo “quién sabe qué”, aunque no es muy difícil imaginarlo, cualquier persona a la que se le pida un diagnóstico, desde su más rudimentaria lógica, y sin temor a equivocarse, diría: “FALTA SEGURIDAD”.
Hecho el diagnóstico, el paso siguiente es hallar la solución. Teniendo en cuenta que el legislativo municipal cuenta con una recepción con su correspondiente recepcionista en horario administrativo, y un “sereno” para el resto del día, si se cuenta con rejas que quedan cerradas, o deberían estarlo, para no permitir el ingreso de personas extrañas cuando no “queda nadie” en las oficinas, entonces, qué hacer para reforzar la seguridad y evitar hechos como los narrados? Y a alguien se le ocurrió: instalar cámaras.
Sin lugar a dudas es una buena opción. Si estos artefactos son utilizados en bancos, ingresos a edificios, grandes superficies comerciales, y hasta en heladerías de nuestra ciudad, por qué no hacerlo también en un área de la repartición pública?. Todo sea hecho en nombre de la SEGURIDAD.
Aunque todo siempre dependa de cómo se haga, nadie estaría en contra de una medida de tal naturaleza. Hasta que alguien pega un grito y avisa; hay cámaras ocultas en el Concejo!!! Y efectivamente, las había.
Entonces aquí surge la pregunta, por qué utilizar el sistema de cámaras ocultas instaladas en los pasillos del Concejo, si se pueden colocar aquellas que son visibles para quien ingresa al mismo? Si siempre es mejor esta última opción, ya que las mismas cumplirían con una doble función; la de simple artefacto disuasivo para quien estaría con la idea de cometer un ilícito; y la cumplir con su función principal, vigilar quien ingresa.
Sin dudas que las cámaras ocultas tienen una mala fama. Se supone, a priori, que son para espiar, ver y grabar aquello que no se podría por otros métodos. Las cámaras visibles no sorprenden ni asustan a nadie, y cumplen una misma misión fundamental, vigilar, asegurar la propiedad.
Que se instalen cámaras ocultas no es bueno, pero que no se informe a quienes conforman el cuerpo legislativo llama a la paranoia de quienes no lo saben. Tal es así que uno de los ediles hizo revisar su oficina en busca de cámaras o micrófonos. Una exageración? Puede ser, pero es bueno no fomentarla con algunas decisiones.
No soy adepto a las conspiraciones ni me gusta pensar en un complot internacional, nacional, provincial, ni municipal. Y es por ello que catalogaría este asunto como “desprolijo”.
Si el fin último era velar por los objetos, máquinas, útiles, y todo aquello que es propiedad de una dependencia que contiene a los “representantes del pueblo”, por qué no “hacerlo bien”?.
Digo Desprolijo, como adjetivo que colocaría a una situación como ésta, porque si bien es criticable una acción de este tipo, no hay nada que lleve a dudar o pensar de otra forma. Pero ojo, la paranoia está instalada, la sospecha incrementada, las buenas intenciones enturbiadas. Bueno sería no repetir errores.
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